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Catalina Lopez

La madre, el arquetipo de la vida misma

Así como percibimos a nuestra madre, así será nuestra relación con la vida. Quien está reconciliado interiormente con su madre tiene mayores opciones de ser una persona feliz y próspera.

La madre es nuestro primer vínculo con la vida. Nos nutrimos de ella a nivel biológico y energético durante los 9 meses de nuestra gestación. Llegamos a la vida gracias a ella, a que tomó la decisión de tenernos y llevarnos durante todo ese tiempo en su vientre.

De modo que, madre y vida, son equivalentes. Desde un sentido arquetípico, la madre es la vida misma.

Qué significa esto? Bert Hellinger decía: “Como miramos a nuestra madre, miramos a la vida”. Es decir que, así como percibimos a nuestra madre, así será nuestra relación con la vida.

Quien está reconciliado interiormente con su madre tiene mayores opciones de ser una persona feliz y próspera frente a aquella que siente desprecio, rabia o lástima por ella (puedes leer también: «Las constelaciones familiares. ¿Qué tiene que ver mi familia en todo esto?«.

No se trata de tener una relación cercana con la madre. Vínculo y relación no son la misma cosa. A veces, lo que necesita el/la consultante es soltar a su madre en vez de ir hacia ella. Dar un paso hacia atrás para traer orden a su vida.

Déjame explicártelo con unos ejemplos.

Se pueden presentar varias dinámicas en relación con la madre.

No consigo pareja

Hay casos en los que el padre deja el hogar cuando los niños son pequeños o adolescentes. La madre siente un profundo vacío. Uno de sus hijos lo percibe y en su mensaje interno le dice a la madre “no sufras mamá, yo me haré cargo”. Ese niño/a crece y busca llenar el vacío que dejó su padre.

Será probablemente el proveedor del hogar desde muy joven, se ocupará de asuntos económicos y emocionales dentro de ese núcleo familiar y será visto incluso como una figura de autoridad por sus otros hermanos. Será quien acompañe a su madre a sus citas médicas, irá con ella a cine y dejará de lado tiempo personal para estar a su lado los fines de semana.

Es así como de adulto le resultará muy difícil conseguir pareja; simbólicamente ya tienen una, es su madre. En estos casos, es importante que el consultante ponga un límite desde la claridad de que es sólo el hijo de mamá. No su salvador, no su escudero, no su pareja.

No quiero hijos

Hay casos en los que el hijo o la hija se siente mejor que su mamá, le dice cómo hacer las cosas, la regaña, les da órdenes y le enseña. Esto ocurre cuando la madre tuvo una infancia o un episodio en esa etapa de su vida que la hizo sentir desamparada, abandonada o sola.

Es como si un aspecto del alma de esa madre haya quedado congelado en su infancia. La hija percibe esto y siente su tristeza y abandono (puedes leer también «¿Qué nos lleva a ocupar el rol de víctima?»). Por amor se desordena y ocupa el lugar de la abuela o abuelo. Es así como se torna en madre o padre de su madre.

Estos casos generan diversos síntomas. Uno de ellos es el desinterés de esa hija o hijo en ser madre o padre. Inconscientemente resuena un mensaje: “Para qué hijos, si ya tengo. Mi madre. Y con eso ya tengo bastante”

La hija o hijo debe ver a su madre como adulta, no como una niña y debe permitir que su madre viva su vida a su antojo, sin darle consejos ni decirle cómo actuar. El orden se restablecerá cuando ese hijo/hija se abra a recibir de su madre.

Los padres son los que dan, y los hijos son los que reciben. Y en esto me refiero a un apoyo emocional. Si se trata de una hija o hijo que mantiene económicamente a sus padres, puede seguir dando ese apoyo. Pero en cuanto al apoyo emocional debe permitir que sea su madre quien lo de y ella/él quien lo reciba.

Siento rabia en general, rabia hacia la vida y no sé por qué

Es común que se presente un movimiento interrumpido entre un bebé y su madre. Esto ocurre cuando el bebé es separado de su madre, ya sea porque estuvo en encubadora, o por enfermedad de la madre después del parto, o cuando el bebé estaba más grande y los padres decidieron irse de vacaciones y dejaron el bebé con sus abuelos.

También ocurre cuando alguien allegado a la madre muere. Ella por más que quisiera, no pudo estar disponible para su bebé, pues su corazón estaba en otro lado.

El bebé entonces, siente un abandono en los primeros meses de su vida y cierra su corazón al sentir que su madre no estuvo a su lado. Esto se puede manifestar en su edad adulta como un rencor o rechazo hacia su madre. O un rencor y rechazo hacia la vida, pues como decíamos, son equivalentes.

En estos casos, acompaño al consultante en un ejercicio poderoso en el que iremos a ese momento en el que ocurrió el movimiento interrumpido, para restablecer el vínculo con su madre, y llenarlo de esa energía de mamá.

Seré una desgraciada igual que tú

Si sientes lástima por tu madre, ya sea porque tuvo una infancia o juventud difícil, ya sea porque se sacrificó para tenerte y darte lo que te pudo dar, puedes buscar inconscientemente repetir algo de su destino, como una forma de solidaridad con su sufrimiento. También te puedes convertir en el padre o madre de tu madre como un intento inconsciente de salvarla de su dolor.

Verás al final del artículo un ejercicio que te permitirá mirar distinto a tu madre y evitar ciclos de repetición en lo que has percibido como su desdicha.

Te entrego mi hijo, tu eres mejor madre que yo

Hay mujeres que sienten que su madre será mejor madre de sus hijos que ellas mismas. Y entregan la crianza de sus bebes a las abuelas. Esa abuela mira a los nietos y siente que son sus hijos, y esos niños sienten que su abuela es como su madre. Esto genera un gran desorden. La madre no asume su lugar, y por lo tanto no asume su poder.

No se hace adulta. Esto repercutirá en su salud y vitalidad. El hijo crecerá con una gran confusión que se manifestará en las relaciones que tendrá con su madre y abuela. Y la tensión entre madre y abuela crecerá con los años.

En estos casos, la madre debe revisar aquello que le impide pararse como adulta y asumir su rol de madre, para así retornar el orden a su vida.

Ejercicio

Hablábamos de los casos en las que alguien puede sentir lástima por su madre. Si es tu caso, es importante que resignifiques esta percepción. La lástima te puede llevar a sufrir como una forma inconsciente de acompañarla, en lo que tu has percibido, como su desdicha.

Si es tu caso, cierra los ojos, inhala y exhala profundo tres veces. Ubica a tu madre mentalmente en frente tuyo. Dile las siguientes palabras, despacio, permitiendo que cada frase cobre un sentido en tu cuerpo:

“Tu dolor mamá, no te convierte en desgraciada. Ver tu debilidad, sólo hace que refuerce la debilidad en mí. Hoy decido ver tu fortaleza y dignidad, pues te permitieron superar la adversidad. Respeto tu experiencia de vida y la honro.”

Cataloji

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