El útero es ese espacio energético donde se gesta la vida. El duelo y la sensación de pérdida generan síntomas allí.
En mayo del año pasado, murió mi gatico Cocó. Tenia 13 años. Era un Persa Himalaya blanco, la cosa más hermosa. Sufrió una deficiencia renal y falla cardiaca, y en un espacio de 7 días se fue extinguiendo. Tras su muerte, lloré desconsoladamente durante 2 meses. Regalé todas sus cositas, porque ver algo de él me llenaba de dolor. Ni se diga del rincón de la cocina donde comía. Tuve que ubicar allí una matera, para no sentir su ausencia. Ya no lloro (mentira, ahora que escribo esto sí), pero lo pienso muy seguido.
Yo no soy madre. Decidimos con mi esposo no tener hijos. Así que claramente puse gran parte de mi energía materna en él. Incluso le decía “mi bebé”. Y le daba la importancia que una madre le da a su cría.
Con el duelo de Cocó desarrollé un mioma en mi útero (de hecho es el segundo). Se que es así, porque en la ecografía pélvica que me había hecho antes de su partida, no lo tenía. Supe que había llenado mi útero con lo que percibí como la pérdida de un bebé. Es como si hubiera llenado el nido vacío con algo. El mioma fue mi manera de transitar mi duelo de alguna manera.
Hace 2 meses, durante mi meditación, Cocó vino a hablarme (ya lo había hecho antes). Esta vez tocaba suavemente su cabeza en mi pecho, donde queda el corazón, y me decía “nuestra conexión es desde el corazón. No desde el útero; yo no soy tu bebé”. A pesar de que me dolió oír esas palabras, entendí profundamente la necesidad de aclararle esto a mi subconsciente. Paso seguido me invitaba a oír a Camilo, mi esposo, decir “el gatico”, como siempre se refirió a él y a mirarlo como lo miraba Camilo; en total desapego.
De mi experiencia personal, te puedo decir que los miomas, quistes, pólipos o cualquier tipo de masa en tu útero puede venir de una sensación de pérdida. Puede tratarse de pérdidas de bebés, mascotas, seres amados, dinero, proyectos de vida. Es como si la madre en nosotras que buscaba gestar vida, siente esa pérdida.
Por eso es tan relevante hacer el duelo y darle a cada cosa el lugar que le corresponde.
Desde las claridades que me dio la consciencia de Cocó, he modificado mi manera de referirme a los animalitos. Ya evito decirles bebés. Y claro, sigo llenando mi corazón con la plenitud y la completud del momento presente. Es así como desde mi corazón, sano mi útero y la sensación de pérdida.
Cocó fue el amor, la ternura y la risa. Esos son aspectos de la vida que también me habitan. Su misión, entre otras, fue llevarme a conectar con eso en mí. Y eso nunca muere.
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Tu útero es la consciencia de la creatividad y de la manifestación en ti
Los animales, las constelaciones familiares y TRE