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Catalina Lopez

Los descendientes como vehículo de sanación de la gran alma familiar

No necesitamos protagonizar historias de drama y dolor para ser un vehículo sanador de nuestra gran Alma familiar.Los descendientes como vehículo de sanación de la gran alma familiar.

Desde películas infantiles hasta los dramas más elaborados permiten comprender qué es la Gran Alma y cómo los descendientes de generaciones que se consumieron en el dolor, el rencor, la venganza o el rechazo de sus seres queridos, se ponen al servicio del sistema familiar para reconciliar esos odios instalados en quienes los precedieron.

Maléfica y Romeo y Julieta permiten explicar estas dinámicas transgeneracionales.

MALÉFICA es un hada con enormes alas de pájaro que habita en un páramo, lleno de duendes, hadas y seres míticos bordeando la tierra de los humanos. Es traicionada por su amigo de infancia Stefan, quien le amputa sus alas para entregárselas al rey y lograr con ello ser el sucesor de la corona.

Tras esta traición, Maléfica se torna amargada y rencorosa y eleva unos matorrales de espinas enormes separando el bosque mítico del reino de los hombres.

Aurora, la descendiente del rey Stefan (su hija) es el personaje que permitirá el fin de la guerra entre Maléfica y el rey, prestándose desde bebé para ser el centro de venganza de aquella. Maléfica le impone una maldición a Aurora, decretando que en su cumpleaños número 16 caerá en un sueño profundo y sólo podrá ser despertada por un beso de amor verdadero.

Basado en este evento se desata toda la trama de la película; el aislamiento de Aurora y el amor que siente durante su crianza hacia Maléfica. Al final de la película, Maléfica la nombra soberana de la tierra de los humanos y soberana del páramo, logrando así la reconciliación de ambos reinos.

Desde la perspectiva de las constelaciones familiares, Aurora fue la descendiente amorosa (normalmente este corresponde a la tercera generación respecto a aquella en la que se generó el conflicto, es decir un nieto o nieta) que unió ambos polos en su corazón, el del rey desquiciado y el del hada excluida.

Puedes leer más acerca de la exclusión y sus efectos en el artículo «Las constelaciones familiares nos llevan a incluir en nuestro corazón aquello que habíamos excluido».

En la famosa tragedia de ROMEO Y JULIETA del dramaturgo inglés William Skakespeare, estos dos enamorados, también se sacrificaron en favor de sus linajes, para permitir la reconciliación de una larga historia de enemistad y fatalidad.

Romeo y Julieta, descendientes de los Montesco y los Capuleto, respectivamente, deciden casarse de forma clandestina y vivir juntos a pesar de la rivalidad y odio entre sus familias.

La ceremonia es llevada a cabo por Fray Lorenzo, quien añoraba reconciliar a las dos familias de Verona a través de la unión de sus descendientes.

En el trágico desenlace, los amantes prefieren morir antes de concebir sus vidas el uno sin el otro. Frente a su tumba, el señor Montesco y el señor Capuleto acuerdan poner fin a su violenta contienda.

Aurora, a través de su cautiverio durante sus 16 años de vida y el sueño profundo en el que cae cuando se cumple el maleficio impuesto por Maléfica y Romeo y Julieta a través de su destino de amor imposible y de suicidio, se sacrifican por amor con tal de que la comunidad de Almas a la que pertenecen pueda encontrar descanso en la unión y el perdón.

No necesitamos entrar en el sueño profundo de Aurora, ni protagonizar una historia de amor a primera vista y tragedia como ocurrió con Romeo y Julieta para ser un vehículo sanador de nuestra Gran Alma familiar. Podemos hacerlo en nuestras vidas ordinarias.

Te invito a hacer este EJERCICIO que te llevará a ser un vector de reconciliación en ti y en tu sistema familiar.

Y cómo todo empieza con nosotros mismos, vas a dar un paso en la sanación de discordancias que estés albergando en tu corazón, en relación con tus padres.

Los padres deben dar a sus hijos afecto, valor y reconocimiento. Si nos dieron poco de alguna de estas cualidades, en nosotros habrá un reproche constante hacia ellos que se traducirá en irritabilidad, impaciencia y reclamos por cualquier cosa. Sanar este vínculo con ellos es imprescindible, puesto que estaremos susceptibles a trasladar estos reclamos, de forma inconsciente, con nuestra pareja.

Si es tu caso, cierra los ojos, inhala y exhala profundamente tres veces. Pon tus manos en mudra de oración, conectando con una sensación de gratitud. Ubica a tus padres mentalmente en frente tuyo y diles la siguiente frase:

“Lo que me han dado es suficiente para mí. Ahora soy un adulto. En adelante me asumiré y me daré todo aquello que sienta que me hace falta. Ahora yo me hago cargo”

La ausencia de tus padres o desconexión en tu crianza puede tener su explicación en eventos traumáticos en sus linajes. Estaban inmersos internamente en los conflictos de su clan, lo que les impedía estar libres para dirigir su amor y energía hacia ti.

Si te paras desde tu adulto y los llevas a tu corazón, tal y como son, y aceptas la manera en que desempeñaron su rol de padres, tal y como fue, estarás dando inicio a la sanación en ti y en tus descendientes de esas historias traumáticas. Las oraciones que te he propuesto son un magnífico inicio en este hermoso viaje de sanación.

Cataloji

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