Desde las configuraciones jurídicas se amplía la mirada hacia las dinámicas internas que vive el que delinque para resolver de raíz el impulso o atracción hacia la comisión de un determinado tipo penal. El delito al servicio del sistema familiar y social. El delito al servicio del sistema familiar y social.
Quien comete un delito es para la sociedad no sólo el infractor de la ley penal, sino también el objeto del mayor reproche que pueda cargar una persona.
Desde las configuraciones jurídicas se amplía la mirada hacia las dinámicas internas que vive el que delinque, para así resolver de raíz aquello que le genera ese impulso o atracción hacia la comisión de un determinado tipo penal.
Quien no respeta las leyes, no respeta los límites. Esto denota, normalmente, un desorden en el núcleo familiar. Seguramente, esa persona se siente mejor que sus padres e internamente se pone por encima de ellos.
De igual modo, se pondrá por encima de cualquier persona o entidad con autoridad; su jefe, la policía, el Gobierno.
Sobre estos casos se requiere restablecer, la jerarquía, uno de los tres órdenes del amor desarrollados por el teólogo y filósofo alemán Bert Hellinger, padre de las constelaciones familiares.
Quien infringe el derecho penal también puede estar en una identificación con una persona que delinquió en su sistema familiar.
Si aquel miembro del clan ha sido juzgado por sus seres queridos, este nuevo miembro de generaciones posteriores buscará imitar su destino para permitir, inconscientemente, que aquel sea visto por los integrantes de esa Gran Alma y lo puedan incluir en su corazón.
Desde esta situación se requiere hacer desde la mirada sistémica, un trabajo de pertenencia (puedes leer el artículo “Las constelaciones familiares nos llevan a incluir en nuestro corazón aquello que habíamos excluido”), otro de los principios desarrollados por Hellinger.
La persona que incurre en la comisión de tipos penales contra el patrimonio económico como hurto, fraude, extorsión, fraude mediante cheque, abuso de confianza, o delitos contra el sistema financiero como el lavado de activos y el enriquecimiento ilícito, puede llevar la información de alguien en su árbol familiar que recibió dinero de menos. Y esta persona ahora busca compensar, tomando dinero de más.
Ello denota un desorden en relación al equilibrio entre dar y tomar, tercer principio teorizado y desarrollado como dinámica familiar por Ivan Boszormenyi-Nagy y posteriormente adoptado por Hellinger.
Para permitir calmar y sanar ese impulso en quien delinque mediante esas modalidades se debe hacer una reacomodación profunda en relación con este principio.
Se pueden presentar otras dinámicas. Quien reincide en el delito y es llevado nuevamente a un centro penitenciario, puede buscar el encierro.
Esta es una manera de no verse a sí mismo. O no ver algo muy duro que ocurrió en su sistema familiar, incluso en alguna generación que no conoció. Esta es tan sólo una hipótesis dentro de muchas otras plausibles.
También puede estar expiando las culpas de algún miembro de su sistema familiar en la dinámica inconsciente llamada lealtades invisibles.
Esto sería el clásico caso de la privación injusta de la libertad, título de imputación que permite demandar a la Fiscalía y/o Rama Judicial en aquellos casos en los que se haya dictado una orden de captura o emitido una sentencia condenatoria en contra de quien en realidad no es el autor del delito.
Esta persona se ve obligada a cumplir meses e incluso años de detención intramural, a pesar de su inocencia.
Casos como este son los más frecuentes en la Sección Tercera del Consejo de Estado de Colombia, en donde se resuelven demandas de responsabilidad del Estado.
El juez de la jurisdicción de lo contencioso administrativo revisa el daño antijurídico causado al privado de la libertad y condena en perjuicios a la entidad demandada.
El abogado sistémico complementa esta labor revisando qué ocurrió en el sistema familiar de esta persona, qué ocurrió en las historias de su clan familiar hasta 7 generaciones atrás, que provoca ahora que esta se preste inconscientemente a la expiación de una gran culpa.
El derecho penal es maravilloso, su dogmática apasionante. Pero no ha logrado ofrecer la paz que una sociedad tanto añora. Alrededor del delito se entretejen historias de mucho drama y dolor, para la víctima, el victimario y las familias de ambos.
Con el acompañamiento de las constelaciones jurídicas, el derecho penal logrará conquistar un nuevo espacio de conciencia y crecimiento, una claridad basada en el hecho de que primero debe darse la sanación del sistema familiar para que tenga efectos duraderos en la recomposición del sistema social.
Cataloji