Si te paras desde un lugar de neutralidad, eliminado todo juicio hacia las víctimas o hacia los victimarios de tu sistema familiar, estarás evitando entrar en esa dinámica. Cómo detener el juego entre víctimas y perpetradores.
Ya me has oído decir que el sistema familiar actúa como una sola Alma y que la descendencia de quienes vivieron historias traumáticas buscará restablecer el amor y el equilibrio en favor de sus ancestros (para saber más, puedes leer “Las constelaciones familiares. ¿Qué tiene que ver mi familia en todo esto”).
Esto significa que, cuando generaciones anteriores han sentido rencor, odio o venganza, el sistema encontrará una respuesta compensatoria a través de otros miembros del clan familiar.
Estos impulsos pueden venir de las víctimas de su sistema familiar que sintieron rabia e indignación.
Quien se convierte en perpetrador se sacrifica en favor de su clan y toma para sí estos impulsos, liberando con ello a los demás miembros del sistema de que los tomen. Lo hace por lealtad a su sistema familiar.
Es así como el Alma familiar actúa como una sola unidad. La necesidad de una víctima en una generación será compensada por un victimario en generaciones posteriores. Es decir que, la danza cíclica entre las dos polaridades es la manera en la que el sistema mantendrá el equilibrio (puedes leer también el artículo “Las víctimas y los perpetradores; dos caras de una misma moneda»).
Pero hay más. La comunidad de destino, que es esta Gran Alma Familiar, no sólo está conformada por los parientes consanguíneos; los ancestros víctimas de graves delitos y sus perpetradores entran a hacer parte de esa unidad.
Cuando alguien cambia de una forma tan extrema el destino de una familia como ocurre con un asesinato, los miembros de la familia quedan conectados con el perpetrador. Es como si no pudieran dejar de verlo. De esta forma queda incluido e influencia desde allí a los descendientes.
Significa que si mi familia desprecia a los perpetradores de mi padre o abuelo, por el dolor causado, un miembro de generaciones posteriores de mi sistema familiar puede buscar imitar parte del destino de alguno de esos perpetradores, como una manera de traerlos de nuevo a la Gran Alma Familiar.
Esta Alma es una sola y no permitirá que nadie quede por fuera. De modo que, este nuevo miembro del clan por fidelidad a la comunidad de Almas a la cual hace parte, imitará inconscientemente algo del perpetrador de ese familiar, para traerlo de vuelta a la mirada de quienes lo han rechazado.
¿Cómo podemos evitar entrar en ese juego de polos opuestos? No puede haber una víctima sin un perpetrador y viceversa, ¿verdad? De modo que, si te paras desde un lugar de neutralidad, eliminado todo juicio hacia las víctimas o hacia los victimarios de tu sistema familiar, estarás evitando entrar en esa dinámica.
Este poderoso ejercicio te permitirá comprender mejor estas ideas a la luz de tu experiencia personal.
EJERCICIO
Si alguna víctima o víctimas en tu sistema familiar, cierra los ojos y visualízala(s) como si estuviera(n) frente a ti. Ahora dile(s) la siguiente frase: “Honro y respeto tu (su) destino. Ahora veo la fortaleza que te (les) permitió seguir adelante. Y me quedo con eso”.
Puedes repetir la frase un par de veces, hasta que sientas que conectas con esa persona. ¿Cómo te mira(n) ahora que ves su fortaleza? ¿Algo cambia en tu cuerpo? ¿Algo cambia en la manera en que te mira(n)?
Ahora permite que entre en esa imagen interna al victimario, tomate tu tiempo y recuerda que estás conectando con su Alma, no con su personalidad.
Hazte consciente de las tensiones que puedan surgir en tu cuerpo. Y cuando hayas respirado su presencia dile: “No sé que te hizo actuar de esa manera, no sé qué dolor profundo te llevó a hacer lo que hiciste, pero ahora lo dejo contigo”.
Repite estas palabras varias veces, despacio. ¿Cómo está tu cuerpo? ¿Desaparecieron las tensiones que sentías inicialmente? ¿Cómo te mira esa persona ahora que reconoces su dolor?
Me encantará oír tu experiencia con este ejercicio. No dudes en escribirme.
Cataloji
