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Catalina Lopez

La sanación no viene como esperamos

La sanación llegó para mí en una forma distinta a la que esperaba. Me costó verlo, me dolió soltar la arrogancia.  

Esto lo aprendí a las malas. Mi cuerpo viene enfermo desde hace un tiempo acá. Los síntomas están concentrados en mi útero. me han realizado dos laparoscopias de dos quistes endometriosicos en mi ovario izquierdo. Tengo dos miomas que me generan sangrado continuo. El tratamiento hormonal fue el último recurso al que acudí para buscar resolver el tema de las hemorragias. En ese momento pensé “estoy cediendo… Wow, soy flexible porque odio los tratamientos hormonales”. Pues resulta que los tratamientos tampoco me querían a mí. Me han cambiado 3 veces de pastillas anticonceptivas y ¡mi cuerpo no tolera ninguna de ellas! La inflamación en mi útero se hace evidente. Y el dolor es permanente. Pero no tengo opción; si las dejo, vuelve la hemorragia. Además, estoy anémica.

El dolor dirige mi vida, me hace cancelar eventos sociales y me quita motivación para salir. No pude volver a pilates, que tanto amo. Mucho menos nadar.

En mi trabajo con tantas mujeres que tienen síntomas en su útero, he visto muchos casos de sanación. De mujeres que hacen constelaciones, biodescodificación, hipnosis, entre otras terapias, que van al médico energético, funcional o natural… y se sanan. Yo pedía al Universo acompañamiento para sanarme. Entonces visualizaba cómo mis miomas se absorbían, cómo la inflamación desaparecía y cómo mi útero sanaba completamente. Ajusté mi alimentación a una dieta antiinflamatoria; hago rutinas de piso pélvico cuando el dolor me lo permite; trabajo con el huevo Yoni para llevar información de amor a mi útero; hago el ciclo de semillas, medito, hago journaling… todo dirigido a recuperar la salud de mi órgano.

Nada funcionó.

Me había rehusado a la histerectomía (extirpación de la matriz). Lo veía como un fracaso. Como un mensaje de que no me había podido sanar. Y entonces la vieja creencia de “No pude”, volvía a instalarse en mí.

Pedí mucha humildad, apertura de pensamiento. Pedí conexión con mi corazón. «¿Creo en el poder de la sanación o estoy siendo arrogante y me estoy aferrando a una idea?» Era la pregunta que me hacía.

Luego pasé a una segunda fase en donde me resigné a la histerectomía… que es de lo único de lo que me hablaban los ginecólogos, así como las historias de tías y abuelas en mi familia y en la familia de mi esposo que habían tenido que recurrir a esa cirugía. La acepté de mala gana y con mucha tristeza. Me llegué a sentir impostora por tratar de ayudar a otras mujeres en la sanación de su matriz.

Luego vinieron las claridades. Entré en esta tercera fase, en la que me encuentro actualmente. Vi mi resistencia, y quise salir de ahí. Conecté con mi útero. Sentí su cansancio y también el mío. Me amisté con la cirugía, y abracé todo lo que había hecho por mi salud. Me amé profundamente por haberlo intentado. Entendí que SÍ estoy sanando. ¡Así me haga la histerectomía! Porque solté y dejé atrás la forma en la que mi mente me decía que debía sanar. Permití un resultado distinto al que mi ego de sanadora se había apegado.

Siento que la cirugía marcará la muerte de algo en mí (mi órgano, mi estructura rígida, mis miedos) y por lo tanto el renacimiento de una nueva etapa en mi vida. No podría explicar con palabras la paz que esto genera en mí.

Ahora me acompaña la certeza de que la histerectomía es mi sanación. Añoro este momento. Así suene raro. Y no necesariamente, porque con él se vaya el dolor. Sino porque se abre un nuevo portal para mí. Agradezco ese momento y todo lo que transité para llegar a él. Agradezco a las mujeres medicina que me acompañaron en este camino.

Hoy me despido de mi útero. Le hablo como a un niño pequeño. O como a una mascota. Y le explico que pronto podrá descansar. Que pronto podrá unirse con la fuente. Que el órgano se va pero que su energía siempre estará en mí. Que mi segundo chakra y mi portal de creación y de magia nunca me abandonarán. Siento que mi útero me agradece y puede aguantar un poco más hasta la programación de la cirugía.

La sanación llegó para mí. En una forma distinta a la que esperaba. Y me abro a recibirla. En amor y en infinita gratitud.

Puede que tú en este momento quieras en tu vida una relación de pareja, abundancia, otra oportunidad laboral, un nuevo emprendimiento o la sanación física como yo. Vendrá para ti. No lo dudes. Pero quizás no en la forma en la que lo esperas. Y esto en sí, es un gran regalo. Allí el aprendizaje. Porque al permitirlo soltamos la estructura de la mente y aprendemos a fluir desde el ❤️ ¡Esa es la gran sanación!

Gracias si leíste hasta aquí. Y si eres una mujer a la que le hicieron o le harán la histerectomía, confía, suelta y entrega tu útero a la gran madre de donde vino. Tu seguirás completa y sana. 

Quieres aprender a medir la energía de tu útero y de la creatividad de tu segundo chakra? Entra aquí (minuto 39):  Constelando la endometriosis

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